martes, 26 de febrero de 2013

Material Bibliográfico de Portafolio Docente


Artesú, M. y Argumedo, G. (2010). Diseño e Instrumentación de portafolios para la evaluación docente, Observar, 4, pp. 28-44. Consultado 15 Febrero 2013. Disponible en:http://www.raco.cat/index.php/Observar/article/view/200761

Barberá, E. y de Martín, R. (2009). Portafolio electrónico: aprender a evaluar el aprendizaje. Barcelona: UOC.

Bird, T. (1997). El Portafolio del profesor: un ensayo sobre las posibilidades. En J. Millman y D. Hammond (Eds). Manual para la evaluación del profesorado. Madrid: La muralla. pp. 332-351.

Cano, E. (2005). El portafolio del profesorado universitario. Un instrumento para la evaluación y para el desarrollo profesional. Barcelona: Octaedro-ICE.

Cisneros, E., Bustillos, M. y Canto, P. (2007). El portafolio como instrumento de evaluación docente. México: Universidad Autónoma de Yucatán.

Cordero, G. (2002). Consideraciones generales sobre el uso del portafolio en Educación Superior. Acción Pedagógica, v. 11 (2). pp. 76-83. Consultado 20 Febrero 2013. Disponible en: http://www.saber.ula.vet/bitstreams/12345678917163/articulo8.pdf 
  
Fernández, A. (2004). El portafolio como estrategia formativa y de desarrollo profesional. Educar, 33. pp. 127-142. Consultado 15 Febrero 2013. Disponible en: http://ddd.uab.cat/pub/educar/0211819Xn33p127.pdf 

Frida, B., Pérez, Mª. (2010). El Portafolio docente a escrutinio: sus posiblidades y restricciones en formación y evaluación de profesorado. Observar, 4. pp. 6-27. Consultado 15 Febrero 2013. Disponible en: http://odas.es/site/news.php?nid=24

Johnson, R., Mims-Cox, J. y Doyle-Nichols, A. (2006). Developing porfolios in education. A guide to reflection inquiry, and assessment. Londres: Sage Publications.

Lyons, N. (Comp) (1999). El uso del portafolio. Propuestas para un nuevo profesionalismo docente. Buenos Aires: Amorrortu.

Martin-Kniep, G. (2001). Portafolios del desempeño de maestros, profesores y directivos. La sabiduría a la práctica. Buenos Aires: Paidós.

Mateo, J. y Martínez, F. (2005). L´avaluació alternativa dels aprenentatges. Quadernos de docencia Universitaria, 3. Barcelona: ICE-Universitata de Barcelona.

MINEDUC. (2004). Reglamento sobre Evaluación Docente. Chile: Biblioteca del Congreso.

MINEDUC. (2011). Ley 20.501. Calidad y Equidad de la Educación. Chile: Biblioteca del Congreso.

Seldin, P. (1993). The Teaching Portfolio Concept. Departament Chair Online Resourse Center. Consultado 19 Febrero 2013. Disponible en: http://www2.acenet.edu/resources/chairs/docs/Seldin.pdf

Shulman, L. (1999). Portafolios del docente: una actividad teórica. En Lyons, N. (Comp).(1999). El uso de portafolios. Propuesta para un nuevo profesionalismo docente. Buenos Aires: Amorrortu. pp.44-62.

Wray, S. (2008). Swimming Upstream: Shifting the Purpose of an existing Teaching Portfolio Requirement. The Profesional Education, v. 32(1). pp. 44-59- Consultado 20 Gerero 2013. Disponible en: http://www.eric.ed.gov/PDFS/EJ802013.pdf

lunes, 18 de febrero de 2013

Sobre las Competencias de los Docentes

"Algunos temen que el desarrollo de competencias desde la escuela lleve a renunciar a las disciplinas de enseñanza y a poner todo en términos de competencias transversales y de una formación pluri- inter- o transdisciplinaria. Nada más falso" (Perrenoud, 2006. p. 9). 

Uno de los elementos importantes y que en estos días se ha puesto muy en la boca de la opinión pública, tiene que ver con las competencias básicas que requiere todo docente, según Hernández (1999) son el conocimiento del contenido de su enseñanza y el modo como ese contenido puede tener sentido para el estudiante, de esta forma el docente debe saber hablar en un lenguaje comprensible y promover el diálogo con los estudiantes, es decir, debe saber comunicar y generar comunicación. El docente debe ponerse de manifiesto como quien se pone frente a los alumnos para mostrar y entregar lo que tiene y quiere, de esta forma el docente debe plantear y obedecer unas reglas de juego claras en su relación con los estudiantes y estar dispuesto a discutir esas reglas.

En la misma perspectiva Aylwin (2001) señala que actuamente necesitamos que nos apropiemos del mejor conocimiento disponible sobre la educación, que tengamos capacidad autónoma para actualizarlo y recrearlo. Pero no se trata aqui de un mero desafío cognitivo, es deseable una vocación y un compromiso afectivo con una tarea que es social y que tiene que ver con la formación de personas. Es, finalmente, un desafío práctico que requiere capacidades. Las habilidades y los desempeños son imprescindibles tanto como los conocimientos y las aptitudes. 

La gama de tareas del docente incluye la planificación de sus actividades de enseñanza, teniendo presente las características de los destinatarios de la educación, las del entorno en que viven y las de la sociedad que deberán enfrentar. También incluye la capacidad para establecer ambientes de aprendizaje; la creación de herramientas de evaluación apropiadas que le permitan, por una parte detectar las dificultades de sus alumnos y alumnas y, en consecuencia apoyarlos y, por otra parte, evaluar el efecto de su propia estrategia de trabajo. Finalmente como dice Andreoli (1999) incluye formar parte constructiva del entorno en el que trabaja, compartir y aprender de y con sus colegas y otros miembros de la comunidad circundante. 

Es todo esto lo que hace que la respuesta a la pregunta ¿como debemos actuar? sea más complejo en tanto que la actuación profesional del docente se realiza en diversos ámbitos y con diversos sujetos.  En el ámbito del aula, su buen desempeño tiene que ver con el acompañamiento responsable y la evaluación profunda de los procesos de aprendizaje; así como con la relación comunicativa y afectiva con todo y cada una del estudiantado.
 
Con relación a sus colegas, se espera una actuación de colaboración, de apoyo mutuo y corresponsabilidad tanto respecto a la diversificación del currículo como a la organización y marcha del centro.

Respecto a sí mismo, se espera que el buen docente esté permanentemente buscando los mejores medios para crecer profesional y humanamente.

Finalmente el aspecto que considero más importante y que la sociedad entera espera que se dé en todos los ámbitos señalados anteriormente es su comportamiento ético recto y ejemplar.
 

Hay comportamientos inaceptables por la ética mínima y que tiene una probabilidad mayor de ocurrencia, facilitados por la asimetría de las posiciones de docente y alumno. El desconocimiento del derecho del alumno de formar sus propias concepciones marca seguramente que se ha traspasado el límite de lo que nos es permitido a los docentes dentro de la particularidad del proceso de enseñanza.

Y mucho más claro, aunque quizá más frecuente en sus formas sutiles, es el carácter moralmente reprobable del uso que el docente puede hacer de su poder para experimentar el placer del control. Muchos algunas veces hemos dudado de si la disciplina o las tareas que exigimos se justificaban por las necesidades de la enseñanza, o si en ellas mas bien nos complace la experiencia de nuestro propio poder.

“La falta de este particular deber de virtud del docente amenaza con convertir la enseñanza en un simulacro” (Aylwin, 1999, p.21).

Pero ademas un punto importante dentro de las competencias será el de la reflexión considerada como una competencia instrumental – cognitiva, generadora de valoración de otras competencias y que creo es una competencia elemental para nosotros.

Ésta debería explicitarse en la práctica considerando características propias del alumnado, dominio de las disciplinas en las que interviene, dominio de estrategias de evaluación que retroalimenten el proceso, considerando elementos de configuración de un clima adecuado, creando instancias de reflexión individual y colaborativas respecto de los procesos de enseñanza en relación a los procesos de aprendizaje de sus alumnos.

Además, como parte de un proyecto personal, es necesaria la reflexión de las acciones, sucesos, experiencias como una forma de abordar pro y contras, ventajas y desventajas, debilidades y fortalezas. 

Necesaria para aprender a aprender y desaprender lo aprendido según los contextos donde uno desarrolla su práctica docente.


Rodrigo
Profesor de Historia y Ciencias Sociales
Licenciado en Educación
 

Referencias


Andreoli, M.  (1999). La Ética en la Formación y en la Práctica Docente: Enfoques Multidisciplinarios. Quehacer Educativo, 36. Montevideo: Federación Uruguaya de Magisterio. pp. 18-27.

Aylwin, M. (2001). Política de profesores en Chile. Santiago: MINEDUC.

Bar, G. (1999). Perfil y competencias del docente en el contexto institucional educativoEl Salvador. Consulta: 15 Febrero 2013. Disponible en: http://www.oei.es/de/gb.htm
 
Hernández, C. (1999). Aproximaciones a la Discusión sobre el Perfil del Docente. El Salvador. Consulta: 16 Febrero  2013. Disponible en: http://www.oei.es/de/cah.htm

Perrenoud, P. (2006). Construir competencias desde la escuela. Chile: Noreste. Consulta: 15 Febrero 2013. Disponible en: http://www.riic.unam.mx/01/02_Biblio/doc/29PERRENOUD-Philippe-cap2-Programas-escolares-y-competencias.pdf


Para hacernos pensar más....