jueves, 31 de enero de 2013

La Evaluación de los Aprendizajes

         
"la evaluación debe constituir un proceso más que un suceso"
 (Ahumada, 2005, p.17)

El proceso de la evaluación de los aprendizajes es uno de los puntos más importantes de la práctica docente, pero también sabemos que es uno de los que genera más conflicto al llevarlo a cabo. Si bien la evaluación es un punto de partida que necesitamos para orientar nuestras prácticas educativas, es un proceso que una gran mayoría siente como poco transparente, debido a que se desarrollan prácticas que dañan el proceso, no realizando una verdadera evaluación de los aprendizajes. 

Desgraciadamente, ante la necesidad de ser objetivos, hemos abusado de la evaluación cuantitativa que se traduce en la ejecución de pruebas escritas u orales y que luego se convierte en una calificación que pocas veces representa lo que el estudiante ha aprendido.

Antes de comenzar es necesario resaltar que este concepto de la evaluación de los aprendizajes se ha ido transformando con el paso del tiempo, pues se le han incorporado otros elementos a su definición según sea el caso en el que se aplique.

En la actualidad es bien notoria la diferencia entre los conceptos de evaluación que se manejan a nivel teórico y al momento de ponerlo en práctica en las aulas. Se manifiesta con fuerza el reconocimiento de su importancia social y personal desde un punto de vista educativo, formativo, así como para el propio proceso de enseñanza-aprendizaje por el impacto que tiene el modo de realizar la evaluación y la forma en que el estudiante la percibe, en el aprendizaje. 

La evaluación de los aprendizajes consiste en un proceso sistemático y riguroso de obtención de datos, incorporado al proceso educativo desde su comienzo, de manera que sea posible disponer de información continua y significativa. Para conocer la situación, formar juicios de valor con respecto a ella y tomar las decisiones adecuadas para proseguir la actividad educativa mejorándola progresivamente. El propósito más importante de la evaluación no es demostrar, sino perfeccionar. Para el Ministerio de Educación de Chile, sería "un proceso inherente a la tarea educativa, indispensable para comprobar el logro de los objetivos del aprendizaje, planear la actividad escolar, decidir la promoción del educando, contribuir a elevar la calidad de la enseñanza y coadyuvar al diseño y actualización del plan y programas de estudio; indica que debe realizarse a lo largo del proceso educativo a través de procedimientos pedagógicos adecuados.” (Normativa de Evaluación y Promoción Escolar, 2008, p. 8).

A menudo los estudiantes son categorizados a través de una calificación que muchas veces crea inseguridad en ellos, como resultado los estudiantes terminan utilizando el aprendizaje memorístico, que en realidad no es más que retener en la memoria lo que se desea saber para lograr una calificación más alta, pero que no necesariamente indica que tienen el dominio suficiente o las competencias necesarias para pasar a un nivel superior o desarrollar ciertas actividades o desenvolverse en ciertos contextos.

De aquí que sea sumamente necesario, usar herramientas evaluativas, que nos permitan comprobar si realmente están aprendiendo. Esto, sin lugar a dudas entorpece muy seriamente el proceso de aprendizaje, porque la evaluación responde a una de calificación más que aprendizaje que los estudiantes adquieran. Pero como es un tipo de medición se puede convertir en algo difícil de manejar. Como lo anterior nombrado donde los estudiantes, en su mayoría, se interesan en pasar, en adquirir una calificación, cumplir con el requisito para poder pasar al siguiente nivel, en ese sentido, en ocasiones, no aprovechan el proceso evaluativo como una oportunidad para aprender, para entender para que les sirven esas competencias o destrezas que están adquiriendo. En este sentido es importante que el estudiantado asuma su responsabilidad en el aprendizaje (Ahumada, 2005) y que el mismo sea capaz de autoevaluarse dejando atrás el concepto de demostrar que ha aprendido sólo para la nota.

Desgraciadamente han existido diferentes factores que llevan al profesorado a generalizar ciertas prácticas evaluativas que van desencadenando otros procesos. Entre estos factores estaría la falta de reflexión sobre las implicaciones del proceso evaluativo, pues esto daría prioridad al cumplimiento administrativo o institucional por sobre la utilidad real de la información que la evaluación entrega. Otro de los factores sería los procedimientos y los instrumentos de evaluación a veces poco planificados y/o mal estructurados, que conlleva un escaso análisis de las evidencias obtenidas a través de la evaluación, puesto que muchas veces se prioriza el interés por aprobar más que el logro académico y el proceso de la evaluación en sí. Lo que además permite que signifique un método de comparación entre alumnos. Por ellos , es necesario que cuando presentemos propuesta de evaluación si previamente no se especifica “la idea que sobre el proceso de enseñanza - aprendizaje se dispone (Hernández, Ramírez, Martínez y González, 2001, p. 31), no dará un buen resultado.

Por ello, es menester cambiar estas prácticas y realizar evaluaciones desde otras ópticas no quedarnos con los clásicos instrumentos de evaluación como lo son las pruebas escritas u orales, que sólo buscan la clasificación, sino que debemos ser más profundos y acoger otro tipo de estas, como por ejemplo mapas conceptuales, gráficos, disertaciones, ensayos, etc., que permitirán de verdad poder lograr mejorar la calidad y el nivel de los aprendizajes para todos y todas. No dejando de lado, y esto es imprescindible, que ésta sea clara y que se base en entregar buenos aprendizajes, para así poder entregar una mayor confianza al estudiantado para implicarse en este proceso, teniendo un carácter retroalimentador para poder darnos cuenta entre todos, pero principalmente él o ella, de cual han sido sus avances. 

Para concluir, es necesario que comprendamos que la evaluación (Santos Guerra, 1988) es una comprensión reflexiva y critica, y está entendida como un proceso y no como un momento final.

De esta manera se estará en constante planificación para disminuir los riesgos a la hora de evaluar; debe ser clara, para que el estudiantado y profesorado se vean y sientan evaluados, sepan ¿cómo se les evalúa? y ¿para qué?. Además debe plantear objetivos coherentes y pertinentes para el nivel educativo y para el estudiantado que es evaluado. 

“Una evaluación una actividad política por naturaleza. Presta sus servicios a los responsables de las decisiones, se traduce en redistribuciones de recursos, justifica que unos reciban ciertas cosas y otros otras. Está íntimamente vinculada con la distribución de los bienes básicos en la sociedad. Es algo más que un enunciado de ideas, se trata de un mecanismo social para la distribución, que aspira a adquirir una categoría institucional. La evaluación no sólo debe ser veraz sino también justa” (House, 1997, p.114).


 Rodrigo
    Profesor de Historia y Ciencias Sociales
Licenciado en Educación


Referencias 

Ahumada, P. (2005). La Evaluación Auténtica: Un Sistema para la obtención de evidencias y vivencias de los aprendizajes”. Perspectiva educacional, 45.

Flores, R. (2006). Evaluación pedagógica y cognición. Colombia. McGraw Hill.

Hernández, J., Ramírez, S., Martínez, J. y González, S. (2001). Evaluación y aprendizaje: una propuesta para mejorar el rendimiento escolar. Valencia: Nau Llibres.

House, E. (1997). Evaluación, ética y poder. Madrid: Ed. Morata. 

Ministerio de Educación (1988). Normativa de Evaluación y Promoción Escolar. Chile: MINEDUC. 

Santos Guerra, M. A. (1998): Evaluar es Comprender. Buenos Aires: Magisterio del Rio de la Plata.

Para hacernos pensar más......






                                                     




lunes, 14 de enero de 2013

La Ética en la Evaluación Educativa

El proceso de Enseñanza-Aprendizaje no es una tarea neutral, se trata de un proceso que tiene un fuerte componente político-ideológico y ético-moral, que inevitablemente afecta las vidas de las personas implicadas. 

Pero antes de comenzar a reflexionar sobre la ética en la evaluación, es necesario que pueda distinguir entre ética y moral, porque entre ambas existe una linea muy delgada que las separa. La palabra Moral proviene de la palabra “moris” que significa “costumbre”, “norma” y “precepto”, y trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o grupo social, que orienta las acciones para juzgarlas si son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas). Por su parte la palabra Ética, proviene de la palabra griega "ethos" que significaría "carácter", "modo de ser". En este sentido, la ética significaría el comportamiento, la conducta y el actuar de los humanos en cuando a humanos y sería la instancia desde la cual juzgamos y valoramos la "forma" cómo se comporta el ser humano y, al mismo tiempo, la instancia desde la cual formulamos principios y criterios acerca de cómo debemos comportarnos y hacia dónde debemos dirigir nuestra acción. 

Teniendo estas dos concepciones, me pregunto: ¿que debo hacer para evaluar?, y ¿porque debo evaluar?, estas preguntas me vienen a la cabeza sabiendo que la evaluación de los aprendizajes siempre ha sido uno de los elementos importantes en los proceso educativos, ya sea por docentes, profesores, etc., y un aspecto con mucha controversia en relación a cómo se ha aplicado (diseño y análisis de resultado). 

En este sentido nosotros como profesores, debemos tener presente que todo proceso evaluativo debe estar encaminado a mejorar el proceso educativo, que permite la obtención de información, para con una reflexión, poder tomar decisiones sobre el proceso de aprendizaje de los y las estudiantes, para poder evaluarlos de manera integral y no como simples receptores de conocimientos. Por ello, la evaluación de los aprendizajes debe transcender y ser considerada como

una actividad que debe realizarse tomando en cuenta no sólo el aprendizaje de los alumnos, sino también las actividades de enseñanza que realiza el docente y su relación con dichos aprendizajes. En este caso, las acciones evaluativos se encaminan a reflexionar, interpretar y mejorar de icho proceso desde adentro del mismo (evaluación para y en el proceso de enseñanza-aprendizaje)” (Diaz y Hernández, 2002, p. 354). 

Al comprender que la ética es un proceso que nos exige tomar distancia y volver sobre nuestras prácticas, debe ser capaz este proceso ético de evaluación de entusiasmar, tanto al profesorado como al estudiantado, porque de esta forma, sera vista como una oportunidad, no solo para aprender más por parte de los involucrado (profesorado que evalúa y alumnado a que se evalúa), sino como un crecimiento como personas, digo ambos involucrados porque, por una parte el profesorado que evalúa podrá ver aspectos que antes del proceso de evaluación no podía darse cuenta, como necesidades del estudiantado y, podrá re-orientar y reformular sus estrategias, favoreciendo de esta manera al estudiantado que recibirá la aplicación de esta evaluación. Con ello se puede lograr que el estudiantado sea protagonista de su propio proceso de conocimiento, no debe ser pasivo esperando que el profesorado le diga lo que debe hacer o responder cuando se le formulan preguntas, en este mismo sentido Condemarín y Medina (2000) nos dicen que permanente integración de aprendizaje y evaluación por parte del propio estudiante y de sus pares, constituye un requisito indispensable del proceso de construcción y comunicación del significado. Entonces en un proceso de evaluación ético, necesitamos mirar aspectos que no siempre son visibles en este proceso y que van generando clasificación y discriminación del estudiantado, y eso nos lleva a preguntarnos: ¿cual es el sentido de la evaluación?, es lo que se piensa o es simplemente ¿poder elegir o seleccionar a los que tenga las habilidades necesarios que el mercado laboral demanda?.

Es importante señalar que el proceso de evaluación de los aprendizajes, desgraciadamente se encuentra mediatizada por exigencias normativas que limitan la creatividad de los docentes en las aulas, no existiendo una aceptación libre o acuerdo conjunto del proceso de evaluación, sino que mas que nada en forma de presión, ésto lo podemos ver, como por ejemplo en Chile con el Reglamento de Evaluación, donde explicita que

la evaluación es un proceso permanente, cuyo objetivo es proporcionar información al profesor para apoyar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje, involucrando a ambos en el logro de objetivos educacionales propios de cada nivel. La evaluación se traduce en una calificación (nota o concepto), la cual determina, junto al requisito de asistencia, la promoción de los alumnos/as.” (Normativa de Evaluación y Promoción Escolar, 1988). 

En este ejemplo podemos ver un problema ético de la evaluación en la propia Normativa, ya que a pesar de la concepción que propone para el proceso de Evaluación lo minimiza a una nota o concepto (calificación), restringiendo el accionar de los y las profesoras. Esta nota o calificación va generando un proceso no asimétrico de la educación, porque se estaría utilizando para otro fines, recordemos que la premisa es que el profesorado es quien conduce, guía u orienta al estudiantado en su proceso de conocimiento.

En un sentido relacionado, Santos Guerra (1999) nos dice que “la evaluación educativa es un fenómeno habitualmente circunscrito al aula, referido a los alumnos y limitado al control de los conocimientos adquiridos a través de pruebas de diverso tipo”. A través de esto podemos ver que a pesar de los años, se siguen aplicando metodologías centradas exclusivamente en el alumno o alumna, con medición de conocimientos y resultados directo de forma cuantitativa. En este sentido, debo decir que no debemos ignorar los desequilibrios de poder ni suponer que el diálogo sobre la evaluación sea abierto cuando no lo sea, hacerlo significaría aceptar de forma implícita el "statu quo" de las estructuras de poder, por ello, creo que es necesario afrontar directamente las cuestiones de poder y adoptar una postura democrática para juzgar las afirmaciones públicas de valor. 

Una visión ética de la evaluación debe hacernos mirar diferente, más ampliamente con más visión, y de esta forma, ver de manera crítica nuestro quehacer pedagógico y profesional, para poder ser capaces de darnos cuenta que elementos de nuestra practica docente son modos de comprensión y regulación, para así poder mejorar nuestras experiencias pedagógicas a través de ellas, y con ellas, más que ser mejores profesores, ser capaces de mostrar que el proceso de evaluación, tal como lo he dicho anteriormente, no es para clasificar sino para que estudiantado reflexiones sobre su crecimiento personal.

Para terminar, debemos ser capaces de pensar que la ética y la evaluación no van separadas, sino que van de la mano una junto a la otra, entrelazadas, que están entre nosotros y nosotras, que no son algo ajeno, y que nos proporcionan herramientas para la mejora de nuestras estrategias, didácticas y metodologías en las aulas, favoreciendo con ello, nuestras prácticas pedagógicas al poder saber actuar mejor, ser y entender la razón por la que actuamos, y de esta forma creo yo más importante, favorecer el poder responder las preguntas: ¿que debo hacer para evaluar?, ¿porque debo evaluar?, y ¿cual es el sentido de la evaluación?. 

                                               Rodrigo
                                                      Profesor de Historia y Ciencias Sociales
 Licenciado en Educación

Referencias 

Condemarín, M y Medina, A. (2000). Evaluación crítica de los aprendizajes. Chile, Andres Bello.

Díaz, F. y Hernández, G. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo: una interpretación constructivista.. México. Mc Graw Hill.

Ministerio de Educación (1988). Normativa de Evaluación y Promoción Escolar. Chile.

Santos Guerra, M. (1999). Evaluación educativa. Un proceso de diálogo, comprensión y mejora. Argentina. Magistero del Río de la Plata.

Para pensar en estas acciones.....