"la evaluación debe constituir un proceso más que un suceso"
(Ahumada, 2005, p.17)
El proceso de la evaluación de los aprendizajes es uno de los puntos más importantes de la práctica docente, pero también sabemos que es uno de los que genera más conflicto al llevarlo a cabo. Si bien la evaluación es un punto de partida que necesitamos para orientar nuestras prácticas educativas, es un proceso que una gran mayoría siente como poco transparente, debido a que se desarrollan prácticas que dañan el proceso, no realizando una verdadera evaluación de los aprendizajes.
Desgraciadamente,
ante la necesidad de ser objetivos, hemos abusado de la
evaluación cuantitativa que se traduce en la ejecución de pruebas
escritas u orales y que luego se convierte en una calificación que
pocas veces representa lo que el estudiante ha aprendido.
Antes de comenzar es necesario
resaltar que este concepto de la evaluación de los aprendizajes se
ha ido transformando con el paso
del tiempo, pues se le han incorporado otros elementos a su
definición según sea el caso en el que se aplique.
En
la actualidad es bien notoria la diferencia entre los conceptos de
evaluación que se manejan a nivel teórico y al momento de ponerlo
en práctica en las aulas. Se manifiesta con fuerza el reconocimiento
de su importancia social y personal desde un punto de vista
educativo, formativo, así como para el propio proceso de
enseñanza-aprendizaje por el impacto que tiene el modo de realizar
la evaluación y la forma en que el estudiante la percibe, en el
aprendizaje.
La
evaluación de los aprendizajes consiste en un proceso sistemático y
riguroso de obtención de datos, incorporado al proceso educativo
desde su comienzo, de manera que sea posible disponer de información
continua y significativa. Para conocer la situación, formar juicios
de valor con respecto a ella y tomar las decisiones adecuadas para
proseguir la actividad educativa mejorándola progresivamente. El
propósito más importante de la evaluación no es demostrar, sino
perfeccionar. Para
el Ministerio de Educación de Chile, sería "un proceso
inherente a la tarea educativa, indispensable para comprobar el logro
de los objetivos del aprendizaje, planear la actividad escolar,
decidir la promoción del educando, contribuir a elevar la calidad de
la enseñanza y coadyuvar al diseño y actualización del plan y
programas de estudio; indica que debe realizarse a lo largo del
proceso educativo a través de procedimientos pedagógicos
adecuados.” (Normativa de Evaluación y Promoción Escolar,
2008, p. 8).
A
menudo los estudiantes son categorizados a través de una
calificación que muchas veces crea inseguridad en ellos, como
resultado los estudiantes terminan utilizando el aprendizaje
memorístico, que en realidad no es más que retener en la memoria lo
que se desea saber para lograr una calificación más alta, pero que
no necesariamente indica que tienen el dominio suficiente o las
competencias necesarias para pasar a un nivel superior o desarrollar
ciertas actividades o desenvolverse en ciertos contextos.
De
aquí que sea sumamente necesario, usar herramientas evaluativas, que
nos permitan comprobar si realmente están aprendiendo. Esto, sin
lugar a dudas entorpece muy seriamente el proceso de aprendizaje,
porque la evaluación responde a una de calificación más que
aprendizaje que los estudiantes adquieran. Pero como es un tipo de
medición se puede convertir en algo difícil de manejar. Como lo
anterior nombrado donde los estudiantes, en su mayoría, se interesan
en pasar, en adquirir una calificación, cumplir con el requisito
para poder pasar al siguiente nivel, en ese sentido, en ocasiones, no
aprovechan el proceso evaluativo como una oportunidad para aprender,
para entender para que les sirven esas competencias o destrezas que
están adquiriendo. En este sentido es importante que el estudiantado
asuma su responsabilidad en el aprendizaje (Ahumada,
2005) y que el mismo sea capaz de autoevaluarse dejando atrás el
concepto de demostrar que ha aprendido sólo para la nota.
Desgraciadamente
han existido diferentes factores que llevan al profesorado a
generalizar ciertas prácticas evaluativas que van desencadenando
otros procesos. Entre estos factores estaría la falta de reflexión
sobre las implicaciones del proceso evaluativo, pues esto daría
prioridad al cumplimiento administrativo o institucional por sobre la
utilidad real de la información que la evaluación entrega. Otro de
los factores sería los procedimientos y los instrumentos de
evaluación a veces poco planificados y/o mal estructurados, que
conlleva un escaso análisis de las evidencias obtenidas a través de
la evaluación, puesto que muchas veces se prioriza el interés por
aprobar más que el logro académico y el proceso de la evaluación
en sí. Lo que además permite que signifique un método de
comparación entre alumnos. Por
ellos , es necesario que cuando presentemos propuesta de evaluación
si previamente no se especifica “la
idea que sobre el proceso de enseñanza - aprendizaje se dispone”
(Hernández,
Ramírez, Martínez y González, 2001, p. 31), no dará un buen
resultado.
Por
ello, es menester cambiar estas prácticas y realizar evaluaciones
desde otras ópticas no quedarnos con los clásicos instrumentos de
evaluación como lo son las pruebas escritas u orales, que sólo
buscan la clasificación, sino que debemos ser más profundos y
acoger otro tipo de estas, como por ejemplo mapas conceptuales,
gráficos, disertaciones, ensayos, etc., que permitirán de verdad
poder lograr mejorar la calidad y el nivel de los aprendizajes para
todos y todas. No dejando de lado, y esto es imprescindible, que ésta
sea clara y que se base en entregar buenos aprendizajes, para así
poder entregar una mayor confianza al estudiantado para implicarse en
este proceso, teniendo un carácter retroalimentador para poder
darnos cuenta entre todos, pero principalmente él o ella, de cual
han sido sus avances.
Para
concluir, es necesario que comprendamos que la evaluación (Santos
Guerra, 1988) es una comprensión reflexiva y critica, y está entendida
como un proceso y no como un momento final.
De
esta manera se estará en constante planificación para disminuir los
riesgos a la hora de evaluar; debe ser clara, para que el
estudiantado y profesorado se vean y sientan evaluados, sepan ¿cómo
se les evalúa? y ¿para qué?. Además debe plantear objetivos
coherentes y pertinentes para el nivel educativo y para el
estudiantado que es evaluado.
“Una
evaluación una actividad política por naturaleza. Presta sus
servicios a los responsables de las decisiones, se traduce en
redistribuciones de recursos, justifica que unos reciban ciertas
cosas y otros otras. Está íntimamente vinculada con la distribución
de los bienes básicos en la sociedad. Es algo más que un enunciado
de ideas, se trata de un mecanismo social para la distribución, que
aspira a adquirir una categoría institucional. La evaluación no
sólo debe ser veraz sino también justa” (House,
1997, p.114).
Rodrigo
Profesor de Historia y Ciencias Sociales
Licenciado en Educación
Referencias
Ahumada,
P. (2005). La Evaluación Auténtica: Un Sistema para la obtención
de evidencias y vivencias de los aprendizajes”. Perspectiva
educacional, 45.
Flores, R. (2006).
Evaluación pedagógica y cognición. Colombia. McGraw Hill.
Hernández, J.,
Ramírez, S., Martínez, J. y González, S. (2001). Evaluación y
aprendizaje: una propuesta para mejorar el rendimiento escolar.
Valencia: Nau Llibres.
House,
E. (1997). Evaluación, ética y poder.
Madrid: Ed. Morata.
Ministerio de
Educación (1988). Normativa de Evaluación y Promoción Escolar.
Chile: MINEDUC.
Santos Guerra, M.
A. (1998): Evaluar es Comprender.
Buenos Aires: Magisterio del Rio de la Plata.